Todo tiene su tiempo
Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene
su hora.
Tiempo de nacer, y tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo
de arrancar lo plantado;
tiempo de matar, y tiempo de curar; tiempo de destruir, y tiempo
de edificar;
tiempo de llorar, y tiempo de reir; tiempo de endechar, y tiempo
de bailar;
tiempo de esparcir piedras, y tiempo de juntar piedras; tiempo
de abrazar, y tiempo de abstenerse de abrazar;
tiempo de buscar, y tiempo de perder; tiempo de guardar, y tiempo
de desechar;
tiempo de romper, y tiempo de coser; tiempo de callar, y tiempo
de hablar;
tiempo de amar, y tiempo de aborrecer; tiempo de guerra, y tiempo
de paz.
¿Qué provecho tiene el que trabaja, de aquello en
que se afana?
Yo he visto el trabajo que Dios ha dado a los hijos de los hombres
para que se ocupen en él.
Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en el
corazón de ellos, sin que alcance el hombre a entender la obra que
ha hecho Dios desde el principio hasta el fin.
Yo he conocido que no hay para ellos cosa mejor que alegrarse,
y hacer bien en su vida;
y también que es don de Dios que todo hombre coma y beba,
y goce el bien de toda su labor.
He entendido que todo lo que Dios hace será perpetuo; sobre
aquello no se añadirá, ni de ello se disminuirá; y
lo hace Dios, para que delante de él teman los hombres.
Aquello que fue, ya es; y lo que ha de ser, fue ya; y Dios restaura
lo que pasó.
(Eclesiastés 3)